
Tras la llegada del Covid-19, el mundo entero enfrentó grandes cambios en las formas de relacionarse, y como efecto, no quedó otra alternativa que insertarse por completo en la era digital para permanecer actualizados con el entorno social.
Para que el ser humano establezca relaciones afectivas lo más normal es que deba conversar, mirar y sentir a quienes están a su alrededor, pero eso definitivamente cambió; la distancia social cortó nuestro principal puente de comunicación e interacción. En ese ámbito, el Internet y todo su conjunto de herramientas digitales han permitido que el contacto con nuestros vínculos siga siendo posible.
Si bien es cierto, antes no se solía cuestionar el trabajo presencial ya que era lo normal, sin embargo, con la pandemia comenzaron a existir complicaciones luego de incorporar metodologías como el “teletrabajo”, cuyo proceso de adaptación no ha sido fácil de enfrentar porque los nuevos modelos digitales van transmutando con rapidez. Cabe mencionar que todas estas tecnologías y plataformas virtuales que hoy se utilizan para trabajar o estudiar, ya existían hace mucho tiempo, pero su validación se ha generado como una “obligación” para no quedarse atrás.
¿Las empresas están dispuestas a hacer un cambio cultural?
No todas las organizaciones validan y gestionan las nuevas estrategias digitales, porque en ellas existe una realidad paralela que ocurre por la diferencia de rangos etarios entre las personas que componen una empresa. Bajo esa premisa, se encuentran 5 generaciones que dan a entender la razón del por qué no todos los sectores organizacionales han dado paso a la trasformación digital.
A la primera generación se le denomina “Silenciosa” (personas de 69 años en adelante); luego sigue la de los “Baby Boomers” (personas de 57-75 años). Ambas generaciones forman parte de la población “análoga”, es decir, son adultos mayores que pueden presentar dificultades para dominar los nuevos sistemas tecnológicos.
En tercer lugar, viene la generación “X”, (personas de 42-56 años). Esta población también es denominada como “inmigrantes digitales”, ya que han logrado adaptarse a los medios digitales, pese a su edad de adultez.
Finalmente se encuentra la generación “Y” o “Millenials” (personas de 24-41 años) y la generación “Z” también conocida como “Centennial” (personas de 23 años o menos). Las dos pertenecen al grupo de “nativos digitales”, dado a que esa población creció de la mano con la era digital, por lo tanto, manejan con mayor facilidad las herramientas tecnológicas en comparación con los adultos.
Sin un cambio cultural no hay transformación digital
Como punto principal hay que entender que el trabajo se sustenta en relación con la confianza. En ese sentido, debiese existir un compromiso por parte de las personas que trabajan en una organización de cumplir con sus funciones -aun estando desde la comodidad de sus hogares-, puesto que si no las llevan a cabo puede haber consecuencias para el resto de sus compañeros.
Lo segundo que deriva estos cambios tiene que ver con la construcción de una mejor forma en las relaciones de trabajo, las cuales deberían ser mucho más equilibradas. Para que las empresas tradicionales dejen de tener un estigma de superioridad por sobre las personas, es necesario que se conviertan en una organización social que permita una mayor colaboración e integración interna.
Rodrigo Poblete, Gerente General de Adalid Chile, reafirma la idea de que “los cambios culturales dentro de una organización pasan por las personas y los equipos de trabajo; no se generan cambios incorporando mejores tecnologías internas. Las personas son relevantes para el cambio cultural, porque son capaces de hacer un tránsito hacia la incorporación digital en su vida”.